Acuerdo de París: ¿Nuevos compromisos con el medio ambiente o nuevas oportunidades de negocio?

Simone Di Pietro

Politólogo de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Docente de "Nuevos compromisos globales con el Medio Ambiente". Master en Energías Renovables en la Universidad Politécnica de Cartagena de España y Magister en Ciencias Políticas en la Universidad Sapienza de Roma, Italia. simonedipietrosapienza@gmail.com


Resumen

En noviembre 2015 tuvo lugar en París la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP21), último hito de una serie de negociaciones climáticas que desde la creación de la United Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCC) tienen el objetivo de limitar el calentamiento global y reducir las emisiones antropogénicas de gases efecto invernadero en el sistema terrestre. Como resultado de la reunión, las "partes" de la conferencia o sea los países, lograron un acuerdo que debería entrar en vigor desde 2020 en coincidencia con la decadencia del Protocolo de Kioto. El presente artículo quiere poner en evidencia el carácter una vez más insuficiente de los acuerdos logrados en relación con sus probabilidades de alcanzar los resultados esperados, en continuación con la falta de éxito de los acuerdos precedentes. Se quiere resaltar la necesidad de decisiones drásticas de ruptura con el pasado, como único camino capaz de reorganizar la sociedad para que esta sea sostenible desde el planeta y en las relaciones sociales entre los pueblos. Por este motivo, se realiza una pequeña reseña histórica de la violencia asociada al capitalismo en sus actos colonizadores y explotadores de recursos y se pasa sucesivamente a analizar las propuestas filosóficas de varios autores para reorganizar las sociedades a partir de otros paradigmas, encontrando obstáculos y ventajas a la realización de tales procesos.

Palabras clave: Conservación ambiental, contaminación atmosférica, eesarrollo sostenible, economía, estrategia de desarrollo.


Agreement of  Paris:  New commitments to Environment, or New Opportunities for Busines?

Abstract

In November 2015 the COP21 was held in Paris, a last milestone of a series of climatic negotiations, after creation of the UNFCC, which purpose is to limit global warming, and reduction of anthropogenic emissions of greenhouse effect gases in the  terrestrial system.  As a result of such meeting, the "parties" of such conference, that is the countries, achieved an agreement that should enter into effect since 2020, in a coincidence with decay of the Kyoto Protocol.  The aim of this article is to evidence the character, once again insufficient, of such agreements achieved regarding their possibilities of reaching expected results, thus continuing with lack of success of previous agreements.  It becomes necessary to stress on the need of making drastic decisions of a rupture with the past, as the only way capable of reorganizing the society to become sustainable from the planet, and on social relationships among peoples.  Therefore, a short historical review is realized on capitalism associated violence, and its colonizing and resource exploiter actions, and then, philosophic proposals made by several authors are analyzed, in order to reorganize the society parting from other paradigms, and facing obstacles, and finding advantages regarding realization of such processes.

Keywords: Environmental conservation, air pollution, sustainable development, economics, development strategy.


Introducción

El acuerdo de París adoptado el día 12 de diciembre de 2015 al término de la Conferencia sobre el Cambio Climático (en adelante COP21), establece que el aumento de la temperatura global no debe sobrepasar el nivel límite de 1,5°C respecto a los niveles pre-industriales (Naciones Unidas, 2015). Para entrar en vigor en 2020 es necesario que obtenga la ratificación y aprobación de los Parlamentos de por lo menos los 55 países que juntos representan el 55% de las emisiones globales de emisiones de gases efecto de invernadero (en adelante GEI). La alianza de los pequeños estados insulares, como países más expuestos al incremento del nivel del mar, ya se apresuraron a ratificar el acuerdo y ahora piden al resto del mundo de no perder tiempo.

Autores como Hansel, calculan que existe un desfase entre los cambios en los forzamientos climáticos y la respuesta del clima (Ballester, 2006: 161). Según los cambios térmicos observados y la energía acumulada en el sistema climático, estos autores calculan que hay energía almacenada en el planeta para asegurar un calentamiento adicional de 0,6°C. En otras palabras, el calentamiento del planeta no es de mañana es de ayer y continuará hasta por lo menos 1,4°C suponiendo que volviésemos inmediatamente a la situación de hace 200 años. En este contexto, resulta difícil pensar realizable el objetivo de no sobrepasar el nivel límite de 1,5°C como plantea el Acuerdo de París.

Según Brand, en un sistema que se basa en la maximización de la ganancia simplemente no es posible obtener crecimiento de la economía y la protección del Medio Ambiente al mismo tiempo (Peters, 2014: 130).

Keynes en 1930, mencionaba que el límite absoluto de saturación en términos de consumo llegaría en 2030 (Acosta, 2014: 102). Parece que su previsión se esté revelando exacta, a pesar de esto las grandes instituciones internacionales, están basando los acuerdos climáticos sobre políticas de adaptación y mitigación del cambio climático sin plantear cambios en el paradigma del sistema económico dominante.

Los acuerdos de reducción de emisiones y los mecanismos introducidos por el Protocolo de Kioto, más allá de haber dado vida a algunos efectos perversos, se han demostrado ampliamente insuficientes y el nuevo acuerdo de París que no prevé ningún mecanismo de sanción legal para los países que no cumplen con sus compromisos de reducción de emisiones "voluntarios" parece por lo menos dudoso. La Low Emission Development Strategy, o Estrategia de desarrollo bajo en emisiones, como serie de políticas promovidas para la United Nations Framework Convention on Climate Change (en adelante UNFCC) con el objetivo de disociar el crecimiento económico de las emisiones de GEI en todo el mundo, riesgo de convertirse en términos trágicos, la "utopía del siglo XXI".

El pensamiento de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (en adelante por sus siglas en ingles OECD) se puede resumir en pocas palabras extractas de su informe Perspectivas medioambientales para 2030.

La liberalización del comercio y de la inversión puede fomentar una asignación de recursos más eficiente a nivel global si se cuenta con una política ambiental y un marco institucional acertados.... Asegurarse de que la globalización lleve a un uso más eficiente de los recursos y al desarrollo y difusión de la eco-innovación...Soluciones tecnológicas están ofreciendo nuevas perspectivas de desarrollo como por ejemplo la CCS (Carbon Capture and Storage) y vehículos híbridos que se pueden volver cada vez más competitivos en términos de coste o el aprovechamiento de la biomasa de los residuos que permitirá limitar la expansión de tierras agrícolas para la producción de biocombustible. (OECD, 2008: 8)

La captura y almacenamiento del carbono, muy exaltadas por las instituciones por su posibilidad de reducir la presencia de carbono en la atmosfera o por sus posibilidades de negocio, implican procesos químicos que producen la separación y el adelgazamiento del carbono.

Desde una posición optimista, sería posible reducir entre el 80 y 90 % de CO2 generado por las centrales termoeléctricas, pero en este caso los costes de producción de electricidad aumentarían entre 35 y 85 %, además de los problemas de almacenamiento seguro del carbono aislado (Grupo intergubernamental de expertos sobre cambio climático, 2005). Entre una de las ideas propuestas, el almacenamiento oceánico parece tener muy poco sentido, considerando los problemas actuales de acidificación de los océanos debido a que los mares absorbieron el 60 % del dióxido de carbono emitido antropogénicamente desde la revolución industrial (Natural Resourse Defense Conuncil, Sf.).

Por cierto, la implementación de estas tecnologías, aunque si perfeccionadas llevarían a un aumento importante de los costes de producción de la energía, así como las propuestas de introducir impuestos fiscales sobre las externalidades negativas industriales representas por las emisiones de GEI. Todo esto, podría terminar favoreciendo la expansión de los biocombustibles en el mercado de la energía.

A nivel global las energías renovables están en competición con los combustibles fósiles en el mercado de la energía. El petróleo hasta el momento sigue teniendo la mejor tasa de retorno energético (Villada, 2016) mientras entre los biocombustibles está el etanol de la caña de azúcar, el biodiesel de la soja y el etanol del maíz cuyos cultivos han sido subvencionados especialmente en la Corn valley de Estados Unidos desde la época Bush también a pesar de su escaso potencial energético para favorecer intereses de lobbies típicos del sistema político estadounidense.

El aprovechamiento de la energía solar tiene la calidad de ser un sistema de producción de energía bastante limpio. Los paneles fotovoltaicos están constituidos de silicio, un elemento que es muy abundante en la naturaleza. Los inconvenientes surgen en la relación entre el potencial energético y la superficie necesaria: se estima que aprovechando todo el potencial fotovoltaico de la tierra, o sea cubriendo cada metro cuadrado de la superficie terrestre, apenas alcanzaríamos a satisfacer la demanda energética mundial de 2015 (Renewable Energy Policy Network for the 21st Century, 2015: 59).

Las opciones más eficientes en cuanto a tasa de retorno energético, entre las energías alternativas actualmente resultan ser la energía hidroeléctrica y eólica, aunque estas también impactan negativamente sobre la fauna de los ríos, la fauna avícola, además de afectar el corso de los ríos y provocar en ciertos casos deforestación.

Por cierto, la instalación de pequeños sistemas de energías renovables no convencionales (en adelante EERR) resulta óptima para la seguridad energética de áreas rurales. Respecto a la implementación de EERR en sistemas de red eléctrica nacional, desde el punto de vista legislativo, lo más natural sería permitir las políticas de autoconsumo con balance neto que permiten a los consumidores de generar su propia electricidad a partir de fuentes de EERR y contribuir con una inyección extra de energía a la red general, ya sea para percibir una remuneración en base a los términos contractuales en vigor. También en este caso, la lógica del capital corresponde a un límite para la sociedad con buenas intenciones: no se explica de otra manera la prohibición de estas políticas en España, sino como medida para imponer el oligopolio de las empresas eléctricas en el país. Sobre este tema cabe mencionar el trabajo de la Fundación Desarrollo Sostenible, que desde algunos años trabaja a la campaña nacional "¡Corta los cables! La autosuficiencia eléctrica es posible" para invitar los usuarios de la energía instalar su propios sistemas de autoconsumo independientes de la red nacional, como respuesta de soberanía energética y empoderamiento ciudadano[1].

Es probable que la cuestión de la tierra constituirá el problema más importante para las generaciones futuras si no se cambiará la legislación acerca de su uso y propiedad.

La OECD estima que a los ritmos de crecimiento actuales en el 2050 la producción combinada de alimentos y biocombustible, exigirá un 10 % de incremento de tierra de labor en todo el mundo con la predominancia del modelo de cultivo industrial. Actualmente el 50 % de cereales se utiliza para el consumo animal y agrocombustibles. El monocultivo y el tipo de producción industrial con elevado uso de fertilizantes y pesticidas, produce serios daños a la biodiversidad y al Medio Ambiente en general. Además, hay que evidenciar que mientras el bosque húmedo tropical en su estado nativo almacena alrededor de 200 t de carbono por hectárea, un bosque degradado o intervenido almacena 70 t de carbono; un área cultivada dependiendo del tipo de cultivo puede tener hasta 45 t mientras que las áreas de pasto generalmente contienen solo 2,5 t por hectárea.

Uno de los fenómenos más importantes del siglo XXI es sin duda el acaparamiento de tierras, o land grabbing en inglés. Los inversores de todo el mundo se han dado cuenta que el precio de la tierra sigue aumentando en todo el mundo y que la tierra fértil se ha convertido en una inversión relativamente segura en todos los rincones del planeta.

Se calcula que en los últimos años han cambiado de manos al menos 227 millones de hectáreas, la mayor parte en África subsahariana (White, 2012). Como evidencia Stefano Liberti (2014) en su libro Nuevos amos de la tierra a raíz de este nuevo fenómeno se encuentra la crisis financiera de 2008 en los países enriquecidos cuyos actores buscan nuevos activos seguros que encuentran en los mercados de materias primas alimenticias; además que la crisis energética que despierta el interés para la producción de biocombustible y el constante crecimiento demográfico destinado a no parar.

Es así que en nombre del desarrollo, aunque a través de acuerdos envueltos en el secretismo, los gobiernos de países emergentes o empobrecidos, en connivencia con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, apoyan las transacciones de vastas extensiones de tierra a grandes corporaciones tanto nacionales como extranjeras, tratándose habitualmente de concesiones o arrendamientos a largo plazo (99 años) más que compras (White, 2011).

En muchos casos se registra la expulsión o afectación de comunidades enteras de los espacios en los que vivían ya que en estos países suelen no existir títulos sobre la tierra, sino que se trata de derechos consuetudinarios o comunales de propiedad estatal.

Barari Nyari, una ONG ghanesa describe como la empresa noruega de agrocombustibles Agrofuel África, aprovechó el sistema tradicional de tenencia de la tierra comunitario en el norte de Ghana para apropiarse y deforestar grandes extensiones de tierra y crear la plantación de Jatropha más grande del mundo. Persuadieron a la población local analfabeta para firmar contratos con una simple huella dactilar alimentando expectativas de empleo e ingresos que no se materializaron a medida que los bosques se iban vaciando y la población perdía los ingresos de sus productos forestales (White, 2011: 11).

Entre los acaparadores de tierra, cabe señalar a China, Arabia Saudí, otros países del Golfo Pérsico y otros países ricos entre los que destaca Reino Unido. En particular Arabia Saudí decidió en 2008, de mejorar su seguridad alimentaria invirtiendo a través de su Fondo Soberano de Inversión Abu Dhabi Investment Authority en arriendar y producir alimentos para importación en las llanuras fértiles de Etiopia.

Así, mientras en África, que es el continente más vulnerable y expuesto a los efectos del cambio climático, se invierte en producción de alimentos para exportación y biocombustibles, explotando mano de obra barata y bajos costes de producción; el Mecanismo Desarrollo Limpio introducido en Kioto evidencia una distribución desigual de los proyectos: solo el 2,9% se localiza en África mientras que Asia y el Pacifico representan más del 80% (Grupo de Alto Nivel para el Diálogo Político del MDL , 2012; Naciones Unidas, 2013). Mientras tanto, los Fondos Soberanos de Inversión, que son vehículos de inversión de propiedad estatal, gestionados por los Bancos Centrales y cuyos capitales generalmente provienen de la exportación de materias primas como gas o petróleo, invierten principalmente en países desarrollados como Reino Unido, EE. UU., España, en los sectores tecnológicos, banqueros, construcciones públicas o de la energía, llegando en ciertos casos a ganar el control en sectores estratégicos de los países receptores. Por ejemplo, el gobernador de China Development Bank toma parte del consejo directivo del banco británico Barclays. Mallaby, consideró que las protestas del senador norteamericano Jim Webb sobre la compra de Blackstone por China, se debieron a que China puede devenir propietaria de información sensible (Santiso, 2014).

Violencia y capitalismo; colonialismo y extractivismo

El extractivismo es una modalidad de acumulación que comenzó a fragarse masivamente hace 500 años, constituye una categoría que permite explicar el saqueo, acumulación, concentración, destrucción, y devastación colonial y post-colonial así como la evolución del capitalismo hasta ahora. Con la conquista y colonización de AL, África y Asia comenzó a estructurarse la economía mundial como uno de los elementos fundacionales de la civilización capitalista se desarrolla y consolida la modalidad de acumulación extractiva determinada por los centros metropolitanos (Acosta, 2014: 106).

El colonialismo fue una verdadera doctrina del desarrollo. El capitalismo tiene la necesidad constante de expandirse y es el factor económico a raíz de casi todos los conflictos de la historia. Así fue que, como consecuencia de la Revolución Industrial, Europa necesitaba expandirse en busca de regiones que proporcionaran materias primas y mercados. Las burguesías presionaban los gobiernos para invertir capitales en ferrocarriles, puertos, préstamos a autoridades locales. Además, las colonias eran fuente de materias primas como oro, diamantes, algodón, seda, hevea. En la conferencia de Berlín de 1884-85, los países europeos se reparten África y la sumisión de su pueblo. Más allá de las razones étnicas, en 1890, al descubrirse diamantes y oro en las pequeñas Republicas libres del Orange y Transvaal de origen boer-holandés, estallo la guerra de Boers en 1899 donde los ingleses se apoderaron de las dos repúblicas, creando en 1910 la Unión Sudafricana (Martín, 2005).

Otra guerra colonial movida por el capitalismo fue la Guerra del Opio que comenzó en 1839 cuando las autoridades chinas destruyeron un cargamento de opio en Cantón. El emperador se había dado cuenta de cómo los intereses de la East India Company británica en el comercio del opio estaban envenenando su pueblo. Los británicos respondieron a esta acción enviando buques de guerra en 1840. Obtuvieron una rápida victoria tras la firma del tratado de Nanjing con lo que China se comprometía a pagar una gran indemnización, abrir sus puertas al comercio exterior y ceder Hong Kong al Reino Unido.

En África los procesos de independencia fueron fomentados por la ONU desde 1945, en base al principio de autodeterminación de los pueblos contenido en su carta. Los procesos independentistas se cumplieron entre los años 60 y 80, acompañados por nuevas ideologías de panafricanismo y negritudes concebidas y promovidas a nivel intelectual por personajes de la elite colonial africana que había asimilado ideales independentistas habiendo entrado en contacto en Europa, con los ambientes intelectuales y universitarios, como Frantz Fanon y Du Bois.

Lejos de una emancipación real, África se convirtió durante la guerra fría, en uno de los escenarios principales en los que se enfrentaron Estados Unidos y Unión Soviética. Angola, por ejemplo, sufrió tras su independencia conseguida en 1975 después de 14 años de enfrentamiento contra Portugal, el inicio de una guerra configurada por dos partes: el movimiento para la liberación de Angola (MPLA) de José Eduardo Dos Santos que obtuvo el apoyo incondicional de la Unión Soviética y de 60.000 soldados cubanos. Por otro lado, la Unión Nacional para la Independencia total de Angola (UNITA) liderado por Jonas Savimbi fue respaldada directamente por EE.UU. y por el gobierno sudafricano del Apartheid. En 2002 la muerte del líder guerrillero Jonas Savimbi llevó al acuerdo de paz dejando un millón de muertos y 1/10 parte de la población mutilada por minas. Este conflicto se sustentaba por la venta del petróleo por parte del gobierno Dos Santos a empresas como Chevron, Elf, Aquitaine, BP, Exxon y de los diamantes por parte de la Unita (Martín , 2005).

Al final de la guerra fría muchos países africanos iniciaron una fase de cambios profundos fundamentada en el fracaso de la consolidación del Estado nacional. Más de treinta países africanos se vieron inmersos en una ola democratizadora que trascurrió de forma pacífica: Benin, Capoverde, Malawi, Mali, Mozambique, Namibia, Niger, Santo Tomé y Príncipe, Lesotho, República Centroafricana, Congo, Guinea Bissau, Sudáfrica y Zambia. En otro grupo de países la respuesta al proceso de erosión estatal desemboco en el derrumbamiento del estado postcolonial y el inicio de conflictos bélicos sangrientos como en Angola, Burundi, Chad, Liberia, República Democrática del Congo, Ruanda, Sierra Leona, Somalia y Sudan.

Algunos factores llevaron al debilitamiento y erosión de los estados post-coloniales: los líderes de la independencia prefirieron dar continuidad a las estructuras político-administrativas y económicas que el colonialismo había impuesto, en lugar de sustituirlas con estructuras políticas autóctonas. Así se conservaron unas instituciones caracterizadas por fronteras artificiales y estructuras administrativas diseñadas para explotar las divisiones locales y satisfacer las necesidades de las metrópolis gracias a la exportación de productos agrícolas, minerales, materias primas. La naturaleza personalista y patrimonial de las elites africanas que centralizaron el poder político económico suprimiendo el pluralismo político y concentrando los recursos en sus comunidades étnicas de origen, perdiendo el apoyo y la legitimidad del resto de los grupos étnicos. También participaron, desde el punto de vista económico los efectos de una década de ajustes estructurales de las economías en base a las condiciones de préstamos impuestos por el BM y el FMI, según la lógica del Washington consensus, junto con la retirada del respaldo bipolar que desembocó en el colapso estatal en países como Liberia y Somalia.

Un escenario característico de la violencia en África causada por el control de las materias primas es Nigeria. En la región del Delta del Niger, que concentra el 60 % del petróleo de Nigeria que es primer productor de crudo de la región subsahariana, varias milicias armadas pertenecientes a diferentes grupos étnicos se enfrentan entre ellas y contra las fuerzas de seguridad estatal por el control del poder y los beneficios del petróleo. También participan ejércitos privados contratados por las transnacionales del petróleo como Total, Elf, Shell. En la década de 1990 el Mouvement for the Survival of the Ogoni people (MOSOP) una población originaria de la región presentaron Ogoni Bill of Rights al gobierno militar de Babangida pidiendo autonomía política. La protesta se direccionaba contra la Shell, responsable de la destrucción del Medio Ambiente. El MOSOP denuncio el gobierno nigeriano y la Shell frente al subcomité de los derechos humanos de la ONU y lanzó un ultimátum a Shell y Chevron amenazando la destrucción de los pozos. Fue entonces que el gobierno envió el ejército a proteger las instalaciones. Después de varios enfrentamientos el líder del MOSOP Ken Saro Wiwa fue preso y condenado a muerte en 1995.

África como mercado para la venta de las armas producida en los países desarrollados es seguramente un elemento estratégico sobre el que se basa el sistema capitalista en la época de la globalización. El financiamiento militar en 2015, es 15 veces mayor que la ayuda al desarrollo.

Según el Informe de 2014 del Instituto Internacional para la Paz de Estocolmo, el gasto de EE.UU. fue de 610.000 millones $ (3,5 % del PIB) Pekín 216.000 millones (2,1 % del PIB) Moscú 84.500 (4,5 % PIB).

La actitud bélica de los hombres no es nueva. Antiguamente las consecuencias ambientales de las actividades militares eran mínimas y en el peor de los casos se limitaba al incendio de los bosques o envenenamiento de víveres, lo que producía efectos reducidos en el tiempo y espacio. En guerras más recientes se han desplegado nuevos tipos de armas como municiones de alto poder explosivo, agentes químicos y materiales incendiarios, produciendo efectos ambientales mayores.

La Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, causó una reducción de la productividad agraria a corto plazo del 38 % en 10 naciones. (Portilla, 1986)

En la guerra del Vietnam, los herbicidas químicos que el gobierno norteamericano compraba a empresas como Monsanto, destruyeron por completo 15.000 Km2 de manglares. El llamado agente naranja contenía como impureza más de 100 kg de dioxina y la difusión de esta sustancia ha causado desde entonces, defectos en los nacimientos, abortos, cáncer de hígado en los seres humanos.

El glifosato, otro herbicida fabricado por Monsanto, ha sido utilizado en la última década para las fumigaciones de los campos de coca en el Plan Colombia, gestionado por los gobiernos colombiano y estadounidense para combatir el cultivo ilícito, enriqueciendo así la ya poderosa multinacional norteamericana y reduciendo a la pobreza extrema los campesinos colombianos.

Como afirma Stefen Peters (2014), el mundo desarrollado se encuentra en una crisis profunda y estructural. El crecimiento económico está estancado y países de la periferia europea atraviesan una fuerte y prolongada recesión. La crisis económica se transformó en una crisis social debido al aumento de las tasas de pobreza, desempleo y desigualdades sociales en los países del norte. El malestar generalizado se convierte en reivindicaciones de democracia directa y los movimientos de ultraderecha van ganando terreno. Así se explica la avanzada electoral de movimientos políticos en Europa como "Podemos" en España, "Movimento 5 Stelle" en Italia, "Front National" en Francia, Syriza en Grecia y la extrema derecha del "Partido de la Libertad austriaco" en Austria, que están metiendo en crisis los sistemas bipartidistas.

¿Cuáles soluciones?

Es evidente, una vez más, la presencia dentro de los acuerdos de París, de la lógica ortodoxa capitalista dentro la economía globalizada actual. La experiencia de los Acuerdos del Protocolo de Kioto en vigor desde 2005 nos enseña que es imposible llegar a los resultados esperados en materia de cambio climático dentro de este paradigma que vuelve las sociedades, instrumentalizadas por los estados hacia la maximización de la ganancia.

Según el Informe de los Objetivos del Milenio de 2015 (Naciones Unidas, 2015), desde 1990 a 2015 se han logrado progresos relevantes en la lucha a la pobreza. Carlos Larrea (2014) evidencia las tres dimensiones insatisfactorias del crecimiento económico a nivel global: el crecimiento económico ha sido acompañado por aumento de la desigualdad social, conduciendo al mantenimiento del 50% de la población de los países en vía de desarrollo bajo la línea de la pobreza mientras los beneficios se han concentrado crecientemente en una fracción reducida de la población. En 2010, mientras el 10 % más rico de la población mundial continuaba en condiciones de pobreza con un ingreso por habitante inferior a 2,5 dólares por día, el ingreso medio anual de 8,25 dólares diarios por persona duplica la línea de vulnerabilidad y es aproximadamente cuatro veces mayor a la línea de la pobreza. Las otras dos dimensiones insatisfactorias del crecimiento son constituidas por la no sustentabilidad del crecimiento por parte del planeta y que la asociación entre la realización humana y la mayor posesión de bienes y servicios más allá de la satisfacción de necesidades básicas se ha mostrado débil. Según Larrea, las únicas opciones viables son la reducción del tamaño de las economías hasta límites sustentables o la reducción de su impacto ambiental.

Respecto a la reducción del impacto ambiental, para un contexto generalizado de despliegue mundial de tecnologías límpias capaces de facilitar energía y productos para los niveles de consumo crecientes, garantizando al mismo tiempo el mínimo impacto ambiental sustentable por el planeta, será necesario esperar la implementación de nuevos inventos, que sean más eficientes, límpios y capaces al mismo tiempo de abastecer la demanda mundial. Hasta alcanzar este momento, será necesario reorganizarse en base a alternativas sociales que cuestionen el Desarrollo en su interpretación dominante de crecimiento económico. Acosta (2014) habla del inmediato decrecimiento planificado del extractivismo y la superación del concepto mismo de desarrollo dando paso a alternativas como el Buen Vivir, a través de un proceso que pase por la desmercantilización de la naturaleza, la reorganización de la producción desenganchada de los engranajes de los mecanismos actuales de mercado y el principio de descentralización en temas de seguridad alimentaria y energética. Hay que dar paso a una transformación histórica y una concepción biocéntrica desde una antropocéntrica.

Un tema a tener en cuenta es que la mayoría de la población condenada sistemáticamente a la exclusión y a la pobreza no reflexiona estas cuestiones, aspirando permanentemente a vivir con los niveles de consumo de los grupos más acomodados. Así se justifican los resultados electorales de los últimos años en Bolivia y Ecuador, países donde la introducción constitucional del Buen Vivir con su potencial revolucionario, ha cedido el paso a políticas neo-extractivas para fortalecer el estado hasta el último rincón, construir patrias.

Las concepciones de Buen Vivir y plurinacionalidad, como autodeterminación política, autonomía de las comunidades y sobretodo la búsqueda de construir una sociedad alternativa, se han quedado en la literatura, mientras después de una década de bonanza económica debida a los favorables precios internacionales de materias primas, Bolivia y Ecuador se encuentran con las inquietudes de una soberanía económica inestable, frente al riesgo de ver tumbar como castillo de cartas los proyectos políticos avanzados en los últimos años por el MAS en Bolivia y Alianza País en Ecuador.

Desde una antropología que se debe a los pueblos indígenas amazónicos, encontramos el registro de una ontología social y cosmopolita contra el estado y contra toda la globalización unificadora. Estas imágenes luchan contra el etnocentrismo productivista e individualista occidental presentando las opciones de sociedades tribales o nómades no como desarrollo sino como opción positiva existencial. El antropólogo brasileño Viveiros de Castro destaca la descripción de la sociedad indígena como máquinas antiproducción, en tensión con todo economicismo sea liberal, marxista, andinocéntrico (Schavelzon, 2015).

Día a día, en América Latina vemos una búsqueda de autonomía, plurinacionalidad, Buen Vivir. El pueblo Sarayaku, las comunidades del Tipnis bolivianas o de Junín en Intag y Mahullo Khota en Potosí, usan estrategias de movilización, marchas nacionales, expulsión de invasores desarrollistas o resistencias subterráneas. En este contexto se enmarca las experiencias de gobierno autónomo recreando instituciones propias como la Alcaldía de Cotacachi en Ecuador o los 11 primeros municipios autónomos en Bolivia, así como los 156 Suyus ancestrales reconstituidos en la Asamblea del Pueblo Guaraní que construye su autonomía.

Para el Buen Vivir, la riqueza no consiste en acumular la mayor cantidad posible de bienes, sino en lograr un equilibrio entre las necesidades fundamentales de la humanidad y los recursos disponibles para satisfacerla. Todo esto se enfrenta a aquellas visiones de desarrollo sostenible que eran y continúan siendo enarbolada por las empresas que quieren convertir el llamado desarrollo verde y ecológico en una nueva oportunidad de negocio. Según Acosta, el Posdesarrollo concibe que las personas y las comunidades no están necesariamente abocadas a satisfacer sus necesidades materiales, pues ellas forman parte de una constelación más amplia de necesidades construidas culturalmente. Justo estas construcciones culturales representan el límite social más grande respecto a la posibilidad de una reorganización posdesarrollo constituyendo una barrera a la toma de conciencia ciudadana.

En conclusión, se evidencia que los Acuerdos de Paris están caracterizados por una lógica economicista y productivista que no se aleja del pasado. Se trata así de hacer pasar el capitalismo con la nueva cara de salvador del mundo gracias a los inventos y beneficios que derivará de nuevas inversiones, en muchos casos transferencias públicas hacia empresas privadas, mientras estas acciones por su debilidad y con carácter más reformista que revolucionario, difícilmente llegarán a conseguir los resultados esperados. Con toda probabilidad, la falta de determinación de hoy será la pesadilla del mundo de mañana. Analizando la historia, nos damos cuenta de cómo en la mayoría de los casos, los cambios estructurales de las sociedades surgen desde el bajo de la pirámide social. Así es que, la reorganización desde un pueblo que tenga como prioridad absoluta garantizar su soberanía alimentaria y energética, es una característica presente siempre y que siempre volverá en las sociedades de cada época.


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[1] http://www.cortaloscables.com/por-que-esta-iniciativa/