Artículo de ReflexiÓN

El lenguaje de la poesía y su valor para el conocimiento no proposicional, un acercamiento desde wittgenstein y jitrik1

The language of poetry and its value for non propositional knowledge, a wittgenstein and jitrik approach

Jorge Gregorio Posada Ramírez1 Pedro Felipe Díaz Arenas2

1 PhD. Universidad del Quindío. Armenia, Colombia. Email:pfdiaz@uniquindio.edu.co

2 Mg. Universidad del Quindío. Quindío, Armenia, Colombia. Email:gposada@uniquindio.edu.co

 


RESUMEN

El texto argumenta, a partir de las ideas que presenta Wittgenstein en el Tractatus logico philosophicus, la importancia de la poesía en el interés humano de comprender algunas cuestiones que trascienden el conocimiento del lenguaje lógico y proposicional. Así, en la primera parte, y desde la obra del crítico literario Noé Jitrik se describen las tres actitudes prototípicas de acercamiento a los textos poéticos: la actitud de lectura, de descripción y de interpretación. En tanto el artículo arriesga una interpretación del poema de Pablo Neruda: Alturas de Macchu Picchu, aclara en mayor detalle la actitud interpretativa. La segunda parte, muestra lo que llama Wittgenstein el espacio lógico. Desde la tesis isomórfica del lenguaje, y en conexión con algunas ideas expuestas desde Jitrik, se argumenta que lo que en el Tractatus Wittgenstein se reconoce como lo místico o trascendente, encuentra su forma de manifestación en el espacio, ya no lógico, sino de la poesía. Así, se intenta concluir que en el interés de la comprensión y la formación integral de las personas, la lectura interpretativa de poemas es tan fecunda como el estudio de las distintas disciplinas que se constituyen en el lenguaje lógico y proposicional.

Palabras clave: Conocimiento lectura, formación, poesía, proposición,


ABSTRACT

The text explains, based on the ideas presented by Wittgenstein in the Tractatus logico philosophicus, the importance of poetry in human interest to understand some issues that transcend the logical and propositional knowledge of the language. Thus, in the first part, and based on the work of literary critic, Noah Jitrik, attitudes of the three prototypical approach to poetic texts are described: Reading attitude of description and interpretation. While, the Article risks an interpretation of the poem by Pablo Neruda: Alturas de Macchu Picchu “ / “The Heights of Macchu Picchu”; It explains in greater detail the interpretive attitude. The second part shows what Wittgenstein called logical space. Since the isomorphic theory of language, and in connection with certain ideas set from Jitrik, which argues that what is recognized as mystical or transcendent in the Tractatus Wittgenstein, finds its manifestation in the form of space, not logical whatsoever, but in the space of poetry. This way, the intention is to conclude that in the interest of understanding and comprehensive training of people, interpretive reading of poems is as rich as the study of the various disciplines that constitute the logical and propositional language.

Keywords: Knowledge, Jitrik, poetry, proposition, Wittgenstein


Introducción

La desmedida devoción humana hacia la ciencia ha venido desprestigiando otro tipo de productos culturales, que si bien no son tan efectivistas como los científicos, le ofrecen a los estudiantes ya sea de educación básica, media o superior espacios indispensables para su formación integral. Como caso palmario, el descredito de la poesía parece ser proporcional al aumento reverencial que las instituciones encargadas de fomentar la formación académica dan a la ciencia y la tecnología.

No obstante, desde los mismos presupuestos del lenguaje científico puede justificarse y encomiarse la experiencia intelectual que brinda el lenguaje de la poesía. Así, el Tractatus logico philosophicus de Wittgenstein que para los positivistas lógicos y los estudiosos de la ciencia es el canon del lenguaje del verdadero conocimiento: el de la ciencia, puede leerse como una obra que le abre un lugar a la poesía, motivando a su encuentro. Cuando Wittgenstein al final del Tratatus dice: “De lo que no se puede hablar lo mejor es callar” (Tractatus: 7) más que hacer una prescripción negativa, en la que solo lo científico tiene derecho a la voz, empuja del espacio lógico (configurado por proposiciones y hechos) a un nuevo espacio: al espacio poético, lugar donde pueden darse las vivencias más trascendentales y humanas, aquellas que nos acercan a lo bello y lo bueno.

Así, el deber de que en todos los niveles de formación académica exista un compromiso de los profesores, estudiantes e instituciones no solo con el conocimiento verdadero, sino también con la formación integral, puede argumentarse desde el reconocimiento de los límites del lenguaje de la ciencia, límites desde los que se vislumbra a la poesía como un tipo de lenguaje y expresión humana que nos acerca a lo que Wittgenstein considera lo trascendental o místico de la existencia humana: la vivencia de lo bueno y lo bello.

De otra parte, y como lo describe el crítico literario Noé Jitrik, la interpretación de un poema involucra altos requerimientos intelectuales. Leer, describir e interpretar, tres de las más necesarias competencias académicas se ponen a prueba cuando las personas se acercan a los poemas. Si la formación tanto de los estudiantes de colegio como de los universitarios se enfoca principalmente en capacidades académicas, la poesía al poner a prueba y exigir un alto uso de estas tres habilidades es consistente con la formación de nivel básico y superior.

Así, en este artículo se podrán encontrar algunos elementos que vindican el valor del lenguaje de la poesía. Es un intento de acercamiento a la poesía como un producto humano que estimula habilidades intelectuales y que nos conecta con ideas y vivencias trascendentales. El trabajo muestra que desde el mismo espacio y lenguaje de la ciencia se puede ver a la poesía como un arte que cultiva aspectos integrales de lo humano.

Materiales y métodos


Este trabajo se realiza a partir del tipo de investigación pura, también llamado básico o teórico. Su punto de partida es un conjunto de conceptos presentes en la obra de un filósofo y de un crítico literario: Wittgenstein y Noé Jitrik. Tiene como finalidad formular una propuesta teórica de interpretación literaria, propuesta que se elabora, a partir de la original conjugación entre la filosofía del Tractatus y algunas ideas de la crítica literaria de Jitrik. Al final se contrasta la propuesta como la interpretación de un poema: Alturas de Macchu Picchu de Pablo Neruda.


Como estrategia de investigación se usa el “análisis conceptual”. Se inicia con la revisión de algunos conceptos propios de la literatura pertinente sobre el tema. De ello se obtienen argumentos que, dada su coherencia y poder comprensivo, permiten llegar a una serie de categorías. Desde ellas se interpreta un poema para intentar probar una posibilidad de acercamiento a la poesía, y a cierto tipo de vivencias humanas no asequible desde el lenguaje de la ciencia.

Resultados

Se encontró que uno de los análisis filosóficos más influyentes al conocimiento científico, el que toma como base la teoría del Tractatus logico philosophicus, paradójicamente invita a que desde afuera de la ciencia se aborde la realidad trascendental de la condición humana. Así, se constató que el lenguaje veritativo de la ciencia, una vez que establece sus límites, anima a que desde otro tipo de saber se afronte asuntos vitales de lo humano como son el sentido de la vida, lo bueno y lo sublime. Se halló que el espacio de lo poético es un lugar en el que se logran obtener vivencias de realidades trascendentes de lo humano, de lo que se infiere, que la promoción de la poesía es tan vital para la formación integral como lo es el conocimiento científico. Se encontró que la lectura de poemas además de producir un goce sensitivo, conduce al uso de refinadas capacidades intelectuales, como son las que afloran al describir e interpretar el contenido de los poemas. El artículo es una invitación a que desde el lenguaje mismo de la ciencia se reconozca el valor de la poesía, e intenta ofrecer como resultado final, el reto a que se asuma a la poesía como un bien cultural tan importante para la formación humana, como lo son las tradicionales disciplinas del conocimiento.

Tres tipos de actitudes para acercarse a los textos poéticos

En su texto inédito Poema con secreto, hacia una crítica de la poesía, el crítico literario Noé Jitrik presenta la que puede ser la primera distinción básica para los que queremos introducirnos en el estudio de textos poéticos, y arriesgarnos a una posible interpretación de algunos de ellos. Dice Jitrik que pueden darse tres actitudes claramente diferenciables cuando nos acercarnos a la poesía, las que marcan el tipo de relación que se tendrá con los textos poéticos. Un poema puede ser leído, descrito o interpretado. Y aunque a primera vista parecen la exposición de un método ascendente, que tiene como base la lectura y que se alza hasta la interpretación, en la propuesta de Jitrik se justifica la independencia de cada una de estos tres rasgos. No es obligación del lector de poesía avanzar hacía su descripción, ni del que la describe, buscar su interpretación.

La lectura, la descripción y la interpretación más que momentos o pasos que necesariamente han de sucederse, son gestos, son actitudes hacia los poemas. Sin embargo, estas actitudes no dependen únicamente de las personas que enfrentan el texto poético. Gracias a una convergencia entre lo que reposa en el poema, con las cualidades tanto intelectuales como emocionales del que se acerca a ellos, los poemas se prestan para ser leídos, descritos o interpretados. Como en potencia, en ellos yacen las condiciones necesarias de estas tres actitudes, las cuales se actualizan un vez que se da el encuentro del poema con quien decide adentrarse en sus palabras.

Jitrik señala que cuando se está ante la actitud de lectura, el lector se satisface con las reacciones inmediatas que genera el poema. El placer de vivir el raudal de emociones que provocan sus palabras, versos y silencios, el goce mismo del sentir, ya sea pesadumbre o dolor, felicidad o placer es prototípico de la actitud de lectura hacía el texto poético. Puede decirse que en la lectura, como una actitud de acercamiento a la poesía, el lector queda cautivado ante las imágenes y encuentros de sensaciones que brinda el poema. Su disposición sería más pasiva que activa. El lector se deja alienar del poema, lo recibe y lo vive dentro de los límites sensoriales que le ofrece.

A modo de ilustración, vale la pena recordar la manera cómo Gabriel García Márquez soportó los difíciles tiempos que vivió en Bogotá, mientras asistía a clases de derecho en la Universidad Nacional. Su forma de lidiar contra su estrecha situación económica y el desgano que le causaba proyectarse como un abogado, consistía en meterse en un tranvía a dar giros. Pero mientras esto ocurría fuera de él, en su interior estaba absorto en la lectura de versos que lo blindaban de lo tediosa de su situación. García Márquez durante estos momentos fue lector de los piedracielistas2. El lirismo excesivo de esta poesía, como una campana hecha de imágenes y sonidos, lo aislaba de: “Aquellas tardes de adolescencia que parecían arrastrar una cola interminable de otros muchos domingos perdidos”. (García, 2002:310) García Márquez, siendo apenas un joven que recién terminaba el bachillerato se valía de los versos que leía para gestionar en su interior un cambio de emociones.

De otro lado, en la actitud descriptiva el poema irrumpe en las rutinas del pensamiento, establecidas por el hábito de los saberes de quien lo aborda. El poema colisiona con el sistema de juicios y conocimientos que posee el que actúa desde la actitud descriptiva, irradiándole inusuales maneras de percepción. Se produce, en palabras de Jitrik: “un ingreso a lo diferente” Ya sea porque el poema, como un resplandor permite ver relaciones ocultas en la red de los saberes o porque las genera, el rasgo característico de la actitud descriptiva es su dirección hacia la transformación de la mirada; se instaura en la mente como una nueva forma de entender y vivir las experiencias. Así, habrá un antes y un después en el sistema de conceptos que posee aquel se enfrenta desde la actitud descriptiva a un texto poético.

Por esto, la actitud descriptiva no se delimita y contiene en la fugacidad emocional, la que es más propia de la actitud de lectura. Tampoco va tras algo que se oculta en el poema, pues a partir de lo que en él se muestra, busca definir su tema, su sentido e intenciones. Jitrik señala como propio de la actitud descriptiva: “instituir circuitos y asociaciones que explicarían el sentido de los poemas”(p. 4)

A modo de ejemplo, basta considerar los libros en que los poetas o editores agrupan a partir de temáticas distintos poemas; hilos temáticos conectan a los poemas. Un solo caso palmario: Explorando el mundo, poesía de la ciencia edición de Miguel García Posada (2006); geografías distantes o centurias lejanas, como en la que vivió Dante Alighieri, conviven en el libro con la de Borges, teniendo como único puente el tema de la ciencia.

En la literatura colombiana, cuando la poeta María Mercedes Carranza asume la dirección de la Casa Silva y circunscribe a la poesía la misión de apaciguar la violencia social, bajo el lema: “las palabras pueden reemplazar las balas” (Alvarado, 2014: 521) su disposición hacia la poesía era temática, lo que es propio de la actitud descriptiva; buscaba, encontraba, y si no, le imponía a la poesía relaciones que la hicieran un instrumento de humanización.

Finalmente, la actitud interpretativa, la que intenta representar este trabajo teniendo como horizonte el poema de Neruda: Alturas de Macchu Picchu, asume, como lo describe Jitrik, que los poemas tienen un decir, manifiestan con claridad una idea, pero también contienen un querer decir algo que no es manifiesto, sino que está latente en ellos. Es el decir, lo que se muestra y es visible en el poema, el lugar que es tomado por la actitud descriptiva. De otra parte, el querer decir es aquello que está velado, y que sugiere, después de que se ha tratado con el poema, que hay algo oculto en él, que a pesar de todo muchas cosas quedan por abordarse. El querer decir es el espacio de la actitud interpretativa.

La actitud interpretativa es la asumida por los que sienten, que a pesar de que han recorrido el poema en detalle hay todavía mucho de inconcluso; como si el poema debiera revelar mucho más de lo que muestra. Jitrik dice que para acoger la actitud interpretativa se debe tener la convicción o la intuición de que existe un hueco en el poema, de que hay algo más que es necesario saturar. Para adoptar la actitud interpretativa ha de sentirse que: “No es posible que no haya algo más, al menos hay alusiones que remiten a otra parte, recuerdos que vienen a crear una incertidumbre, sensaciones fantasmales de presencias que obligan a detenerse e impiden satisfacerse con un estar ya ahí. (Jitrik, 4)

La inquietud e inconformidad generada por la convicción de que hay un querer decir en el poema, agita el deseo de interpretación, de encontrar en sus profundidades ese algo que intente serenar las palpitaciones que vive quien busca interpretarlo. Se trata, como dice Jitrik, de aceptar que los textos guardan secretos, que velan posibilidades de significación, siendo el acto de interpretación el proceso de producción de significación. No obstante, el proceso es continuo, no concluyente. Ninguna interpretación de un texto es la definitiva, ninguna significación aprehendida es “la significación”. Dice Jitrik en su libro Roberto Arlt o la fuerza de la escritura:
Irreductible, el proceso de producción de significación remite a lo irreductible que hay en toda transformación textual y que perdura en lo que obtiene no rindiéndose en lo que la motiva: la significación como riqueza en movimiento, sigue vibrando en la lectura y se prolonga después de ella. (Jitrik, 2001, pág. 59)

Hay que señalar que, por lo hasta ahora enunciado acerca de la actitud interpretativa, prima facie parece implicar que solo unos pocos, los elegidos, puede adoptar esta actitud. Develar el secreto, hondear las profundidades de los poemas parece que no es para el común de los que leen o estudian. No obstante, la actitud interpretativa pasa más por el trabajo disciplinado y laborioso, que por los dotes de clarividencia. Las condiciones de interpretación que expone Jitrik bosquejan además un método de interpretación en el que prima el hacerse mismo en el trabajo laborioso, que el seguimiento de fórmulas mágicas.

En el intento de esbozar la propuesta de Jitrik es conveniente retomar lo que se dijo inicialmente de los textos poéticos y de quienes se acercan a ellos. Lo primero es que en los poemas reposa como en potencia las condiciones para ser leídos, descrito o interpretados. Lo segundo es que quienes se acercan a la poesía lo hacen desde los marcos conceptuales, tejidos por la especificidad de sus saberes y experiencias. Sin estas dos condiciones iniciales es imposible la interpretación de los poemas. Si no existe algo latente, que es objetivo del poema, objetivo en el sentido de que reside en él de manera intrínseca, no es posible la interpretación. Así mismo, la interpretación es una acción humana que exige un sujeto cognoscente, esto es, un individuo que dotado con una red de conceptos e ideas, los lance al poema, para intentar aprehender en ellos lo que permanece escondido en el fondo como un secreto.

A la justificada la existencia de latencias ocultas en el poema, y de un investigador que provisto de una red conceptual e inmerso en el proceso de producción de significación interactúa con el poema, Jitrik suma una idea para aclarar la actitud interpretativa. Valiéndose de una imagen, la imagen de la esfera, recoge clara y sustancialmente la condición que necesariamente ha de darse como fase inicial en el encuentro poema e individuo que busca su interpretación. Al principio del encuentro, y dada ya la convicción de que hay decires ocultos en el poema, este se muestra como una esfera perfectamente simétrica. En su interior nada le falta o le es excesivo; por fuera liza, cerrada e impenetrable, sin inicio ni fin, al parecer perfecta. No obstante, enigmática. Así, la convicción que se manifiesta en la inquietud de que el poema tiene muchas cosas por decir, entra en tensión con esa primera mirada que lo ve, a su vez, como una esfera perfecta, inaccesible a sus secretos.

La propuesta de Jitrik da un paso más. Señala cómo a pesar de esta primera impresión, la que justamente llena de perplejidad y vivacidad la actitud de interpretación, la mirada atenta y laboriosa se ha de topar con fisuras, pequeñas grietas que el ojo desnudo y no agudo no podrá ver, pero que la experticia y la paciencia sí dejan ver. Dice Jitrik en Poema con secreto:
¿Qué son esas grietas en un poema? Imaginemos, recojamos experiencias de lecturas, descripciones e interpretaciones que hay muchas desde siempre, siempre, en algunas de ellas algún atisbo, una luz que ha titilado y se ha apagado, una impresión que se disipa pero que queda consignada. (Pág. 7)

La actitud interpretativa enfrenta el reto de adentrarse a la esfera. De valerse de las pequeñas fisuras para sondear y hallar destellos, que permitan que la mirada registre hechos, significaciones ocultas.

Una última cosa es de anotar, de importancia capital, con respecto a las condiciones que requiere la actitud interpretativa hacía los poemas, un aspecto que propone el profesor Jitrik y que democratiza la posibilidad de la interpretación. Sin atacar o desmeritar las grandes tradiciones de crítica literaria, para Jitrik toda interpretación implica una red de creencias, intereses, lecturas, prelecturas; implica, en una palabra: ideologías. Y suponer que una ideología es superior a otras, o que unas únicas tendencias de interpretación han de adoptarse, desdice el hecho de que en los poemas subyacen múltiples posibilidades de significancias. Posibilidades que son solo viables en tanto existan la pluralidad de miradas, de ideologías que las actualicen. Así, en la propuesta de Jitrik el pluralismo ideológico es condición necesaria para la actitud de la interpretación.

El binomio interpretación-ideología puede arrastra hacia la idea de que las interpretaciones, como la mayoría de las ideologías, se erigen sobre el establecimiento de verdades definitivas, así que, una vez obtenida una interpretación se ha develado todo lo real e intrínseco en el poema. La ideologización de la interpretación pareciera que mata los enigmas del poema. Consciente de esto, Jitrik no rehúsa el carácter ideológico de la interpretación, por salvar en su propuesta los siempre latentes e inacabados querer decir de los poemas. Para él, es un hecho tan real como la lluvia la presencia de las ideologías en toda interpretación. Pero previene de las consecuencias de las ideologizaciones prescribiéndole a toda interpretación la presentación explícita de la red de ideas, supuestos, lecturas e intereses desde los que se da la interpretación. Así, propone la desideologización, una palabra algo liosa que designa una técnica simple para hacer coherente el inevitable carácter ideológico de la interpretación, con la propiedad de apertura de interpretaciones de los poemas. Dice Jitrik que hacer evidentes desde qué ideas, desde qué posiciones se interpreta el texto, implica la aceptación de que es una interpretación, elaborada desde un punto de vista, punto de vista que ha ser presentado necesariamente. En sus palabras: “Desideologizar, entonces, significa poner de relieve lo que ciertas ideologías tratan de ocultar de sí mismas: y eso no puede hacerse sino desde ideologías que, sin por eso anularse, son capaces de mostrarse en su operación misma.” (Jitrik, 2001:58).

Señalado lo anterior, y con la intención de arriesgar el uso de este modelo de interpretación, teniendo como referencia el poema Alturas de Macchu Picchu de Pablo Neruda, se pasa a la segunda parte de este texto. Así, primero se presenta la red de creencias y presupuestos desde los que se asume la interpretación del poema. Se mostrará la ideología desde la que se arriesga una interpretación del poema; intentando así cumplir con el requisito de desideologización de la interpretación. Posterior a esto, se intentará mostrar desde los lentes teóricos descritos, la mirada que a partir ellos se obtiene del poema Alturas de Macchu Picchu.

Desideologizar: del espacio lógico de Wittgenstein al espacio de la poesía

Con el propósito de establecer los límites del pensamiento, el filósofo Ludwig Wittgenstein escribió uno de los más influyente libros de la filosofía del lenguaje: Tractatus logico philosophicus. Metodológicamente optó por establecer los límites del lenguaje para en ellos establecer los alcances del pensamiento. En el prólogo del Tractatus dice:

El libro quiere, pues, trazar un límite al pensar o, más bien, no al pensar, sino a la expresión de los pensamientos: porque para trazar un límite al pensar tendríamos que poder pensar ambos lados de ese límite (tendríamos en suma, que poder pensar lo que no resulta pensable) Así pues, el límite solo podrá ser trazado en el lenguaje (Wittgenstein, 1994:11).

Wittgenstein llama teoría isomórfica del lenguaje a su propuesta. Afirma que la estructura de este ha de ser idéntica a la estructura de los hechos del mundo, porque solo así los hechos pueden ser presentados o figurados en él. Dado que a través del lenguaje se pueden representar los hechos del mundo, entonces, tanto uno, lenguaje, como los otros, los hechos, poseen características similares. Por ejemplo, si se afirma que “la mesa es de madera” y esta afirmación es verdadera, es porque el lenguaje, reflejo de los hechos del mundo, ha de poder adaptarse a la estructura de este hecho. Si el lenguaje y el mundo tuvieran estructuras distintas, entonces no sería sostenible nuestra convicción de que a través del lenguaje se puede narrar como ocurren los hechos en el mundo.

Wittgenstein escribe que: “En la figura y en lo figurado tiene que haber algo idéntico en orden a que aquella pueda siquiera ser figura de esto. (Tractatus: 2.161) y “Lo que la figura ha de tener en común con la realidad para poder figurarla a su moda y manera –correcta o falsamente- es su forma de figuración.”(Tractatus: 2.17)

Sobre esta idea construye Wittgenstein su propuesta sobre los límites y el sentido del lenguaje. El lenguaje con sentido es aquel que coincide con la estructura de los hechos: el lenguaje proposicional, siendo la proposición el signo proyectivo del mundo. Las proposiciones, en tanto poseen la estructura de los hechos del mundo, permiten no solo la figuración de los hechos que existen, sino de todas las posibilidades de su existencia.

El espacio que surge de esta limitación lingüística exhibe sus fronteras en la relación proposición-hecho, dada a través del isomorfismo de sus estructuras. Además, en tanto el carácter de la proposición es signo, forma, más que contenido, el espacio que propone Wittgenstein es un espacio lógico, en el que tanto la proposición como los hechos reales y posibles tienen lugar. Dice: “los hechos en el espacio lógico son el mundo” (Tractatus: 1.13), y “Aunque a la proposición solo le es dado determinar un lugar del espacio lógico, el espacio lógico total tiene, sin embargo, que venir dado ya por ella (Tractatus 3.42).

Fuera de este espacio está para Wittgenstein lo indecible, lo que no puede ser abrazado por el pensamiento proposicional. Así, filosofía, religión, ética, estética en tanto teorías que se constituyen con un tipo de expresiones que no siguen la relación proposición-hecho están fuera del espacio lógico de Wittgenstein. Dirá, por ejemplo, de su mismo Tractatus, que debe ser tirado, arrojado, como quien requiere subir a través de una escalera a un lugar para quedarse, una vez que lo ha hecho debe arrojar la escalera olvidándose de ella. En tanto su filosofía no habla de hechos del mundo, sino de la forma cómo se piensan o se expresan a través del lenguaje, pero no de hechos localizables espacio temporalmente, su propuesta, y no solo ella, sino toda la filosofía debe ser proscrita del espacio lógico proposicional. Su llamado es pues al silencio, al silencio proposicional. “De lo que no se puede hablar lo mejor es callar” (Tractatus: 7).
Para muchos, los positivistas lógicos por ejemplo, el Tractatus de Wittgenstein es la bancarrota de la filosofía. La ética, la estética, la filosofía misma debería tirarse como se tiró la escalera. ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué es lo bueno o lo malo? ¿Qué es lo bello o lo sublime? serían preguntas carentes de sentido, abordadas por aquellos que en tanto no ven los alcances del lenguaje y del entendimiento se niegan a aceptar su irracionalidad. No obstante, confunden la parte con el todo, pues el mismo Wittgenstein en el Tractatus exhorta a asumir, ya no desde el espacio lógico, sino desde otro tipo de lugar, uno que esté fuera de la relación proposición-hecho, aquellos temas que son reales y que existen con tanta ontología como los hechos del mundo, a pesar de que no sean abordados por el lenguaje proposicional. Dice Wittgenstein: “Lo inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es lo místico”. (Tractatus: 6.522) Dirá que la ética no puede expresarse en proposiciones, pues “Las proposiciones no pueden expresar nada más alto” (Tractatus: 6.42).

Al igual que lo místico, la ética no se dice sino que se muestra. En su texto sobre ética Wittgenstein dice: “La ética, si es algo, es sobrenatural y nuestras palabras solo expresarán hechos; así como una taza de té contiene solo una taza llena de agua, inclusive si yo vertiera en ella un galón” (Wittgenstein, 1989:37) Finaliza este texto señalando la imperiosa condición humana de ir más allá del espacio lógico, de negarse a rehusar los temas que asisten vitalmente la condición humana. Este ir más allá lo describe Wittgenstein como ir contra los muros de nuestra jaula.

Así, al describir los límites del lenguaje, Wittgenstein señala también la necesidad humana de trasgredir sus fronteras. De salir del espacio proposicional para acceder a las experiencias místicas, las que como vivencias, no se dicen sino que se muestran. La trasgresión lingüística solo es posible con lenguaje, pero no proporcional, sino uno que sea móvil, que tenga como propiedad la apertura constante y el desdén por la fijeza de estructuras. Es el lenguaje de la poesía, lenguaje intrínsecamente no lógico, ni proposicional, el que parece responder al reto de Wittgenstein de no decir, sino mostrar lo místico, aquellas vivencias humanas trascendentales, pero inabarcables por la ciencia. En el ensayo de Noel Jitrik: Alturas de Macchu Picchu, una marcha piramidal a través de un discurso poético incesante (1987) puede verse el llamado de Wittgenstein a lo poético. No solo porque Jitrik presenta a la poesía como movilidad, al lenguaje poético como alteración constante de la estabilidad lingüística, sino porque la poesía misma, y en especial, el poema Alturas de Macchu Picchu más que palabras o referencia a cosas, acciones o recuerdos, es imagen, imagen llena de movilidad. Dice Jitrik:
La imagen no es una representación, sino algo nuevo, producido por transformación. Lo nuevo, a su vez, es la entrega de una ausencia: la imagen es una mediación entre lo que falta y lo que se nos ofrece, pero mediación concreta regida por leyes propias (Jitrik, 1987:535).

Dicho esto, se justifica la interpretación del poema Alturas de Macchu Picchu de Pablo Neruda (2010) como un texto, que en tanto está por fuera del espacio proposicional, habita el espacio de imágenes vibrantes, que en su movilidad ilumina encuentros semánticos no proposicionales, choques entre campos de ideas que desestabilizan las rutinas del lenguaje, y fulgurando formas de ver aquello que no es accesible por las proposiciones, lo que desde Wittgenstein puede entenderse como lo místico. Muerte, soledad, ser, tiempo, profundidades, todas estas palabras silenciosas en el espacio lógico, se encuentran en el poema con la licencia propia del espacio poético, el que como se señaló desde Jitrik, es siempre trasgresión y movilidad. La muerte no es extinción sino: “una pequeña muerte de alas gruesas”; La soledad no es desamparo, “soledades coronadas”, el ser no es lo permanente, “se desgranaba en el incansable granero de los hechos perdidos” “Tiempo en el tiempo”, “profunda zona de tu dolor diseminado”, son solo algunos casos que señala la decidida ruptura del poema con las frías estabilidades del lenguaje.

Discusión de resultados

Cuando Wittgenstein afirma que lo místico es aquello inexpresable, pero que existe y se muestra, invita a que las vivencias lingüísticas tejidas de imágenes, y formas no proposicionales, arremetan contra la estabilidad del lenguaje, y que se presten a ser la forma de darse de las experiencias trascendentales. El lenguaje, en este espacio, no sería la representación de hechos, sino la fulguración que surge de los choques y trasgresiones entre palabras, el centelleo que ilumina por momentos lo místico.

En Alturas de Macchu Picchu el polen, no es el reinicio de la vida, el polen es piedra; del manantial no brota el líquido de la vida, el manantial es de piedra. “Polen de piedra, pan de piedra, rosa de piedra, manantial de piedra, luz de piedra, vapor de piedra, libro de piedra” dejan ver en unidad lo fértil y lo estéril, lo fugaz y permanente, la vida y la muerte. El uno en el otro, los opuestos se funden y limitan permitiendo que en el forcejo, que cede para el darse de la unidad, se irradie destellos que dejan ver y sentir lo místico. Dice Wittgenstein: “La visión del mundo sub specie aeterni es su visión como-todo-limitado. El sentimiento del mundo como un todo limitado es lo místico.” (Tractatus: 6.45).

Más que darse un choque entre palabras en Alturas de Macchu Picchu, entre voces de vocablos regularmente distantes, “espada envuelta en meteoros, hojas de color ronco azufre, mortaja de agricultura y selva, inmóvil catarata de turquesa” el poema ofrece una colisión entre tópicos de significado. El uso de los términos, al imponerle a las palabras un significado, que con el tiempo se les va fundiendo, como si el vocablo y el significado fueran los mismos, empujaría a creer que es la combinación de voces las que producen la novedad. Así, las rupturas a las rutinas lingüísticas serían más sensoriales que intelectuales. No obstante, esto puede ser pertinente para la actitud lectora de acercamiento al poema, donde el sonido irregular estimula sensaciones auditivas. Pero la constante presencia de dos grandes campos semánticos, de dos amplias y generales regiones conceptuales, que se vierten en género y en especie en las palabras del poema, permite afirmar que el choque es entre significados, entre dos bloques de pensamiento: el del ser y el del no ser.

A través de imágenes que en su conjunción sugieren relaciones contrarias, el poema Alturas de Macchu Picchu parece llevar al sentimiento místico del reconocimiento del ser y del no ser: aire y piedra, alturas y profundidades, roció y montaña, tierra y espuma, ríos y sal, flores y muertes, palabras y silencio, huracán y gota de agua, plumas y rocas, polvo y torres no son un inventario de cosas, sino una sola sustancia que deviene en ser y en no ser.
Como si el aire y las piedras, la flor y la muerte, el silencio y la palabra, la permanencia y la caducidad, la raíz, y los cielos al final fueran lo mismo, Alturas de Macchu Picchu recrea todo un espacio poético en el que las fulguraciones que destellan de los choques de significados, iluminan y permiten vivir el sentimiento de lo místico.

Así, y dejando hablar a Wittgenstein y Neruda, Alturas de Macchu Picchu se revela como un vasto espacio poético, delimitado por el aire y la roca, las alturas y la tierra, el pan y el hambre, las gotas y el mar, en el que todos los elementos en su comunicación permiten oír, ver en destellos lo que el espacio lógico-proposicional calla:

“Sentimos que aun cuando todas las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales no se han rozado en los más mínimo” (Tractatus: 6.52).
A través del confuso esplendor, 
a través de la noche de piedra, déjame hundir la mano 
y deja que en mí palpite, como un ave mil años prisionera 
el viejo corazón del olvidado! 
Déjame olvidar hoy esta dicha, que es más ancha que el mar, 
porque el hombre es más ancho que el mar y que sus islas, 
y hay que caer en él como en un pozo para salir del fondo 
con un ramo de aguas secretas y de verdades sumergidas. (Neruda, 2010: 203) 

Conclusiones

Puede categorizarse en tres grupos las actitudes de los que se acercan a los textos poéticos: lectura, descripción e interpretación. Pasión, tematización y crítica, respectivamente, se conjugan en cada una de estas tres disposiciones hacia la poesía. Si bien, todas suponen ciertas disposiciones mentales es en la actitud interpretativa en la que se acentúa la necesidad de puntos de referencia, hechos de ideas y conceptos, para que se dé la relación de interpretación. Jitrik llama ideología a la red de conceptos desde lo que se interpreta un poema, hace una llamado a la necesidad de hacer explicita la ideología cuando se quiere presentar un interpretación (desideologización) para de esta forma garantizar la apertura a varias interpretaciones, así como a la posibilidad de su análisis y corrección objetiva.

Desde Wittgenstein, y en especial, desde su teoría isomórfica del lenguaje, puede asumirse una forma de interpretación de los poemas, de tal manera que estos se muestran no como la descripción de hechos o sucesos del mundo, sino como el vínculo con la naturaleza más profunda y trascendental de lo humano: sus sentimientos místicos. Al no tener lugar las vivencias místicas en el espacio lógico configurado por la relación proposición - hecho, es el espacio de la poesía, aquel no determinado por la verdad o la falsedad, sino por la movilidad del lenguaje, un lugar donde el lenguaje acerca al hombre a lo místico. Las rupturas de sentido propias de la poesía, toda vez que choca regiones semánticas inusuales, (polen de piedra, por ejemplo) generan iluminaciones mentales, tan inauditas que muestran aspectos de lo real que están fuera de lo que corrientemente se da en el lenguaje y en los hechos del mundo. Como caso representativo, el poema de Pablo Neruda: Alturas de Macchu Picchu logra mostrar la vivencia humana que surge ante el reconocimiento de su temporalidad. La consciencia de que todo está determinado, incluyendo el hombre mismo, a dejar de ser, si bien no puede expresarse en el lenguaje que describe los hechos del mundo, puede mostrarse y vivirse en la poesía, Alturas de Macchu Picchu de Pablo Neruda logra esto. Así, la poesía resulta ser un arte que no solo ofrece goce estético, sino que permite para comprensión y formación de las personas una riqueza tan invaluable como son los saberes que constituyen en el lenguaje lógico y proposicional.

En el interés académico por la formación integral, no solo el espacio lógico de las proposiciones y su necesario y pertinente modo de ser racional, contiene todo lo que puede y debe estudiarse. El espacio de la poesía, aquel que obliga a la lectura y relectura interpretativa, se abre como un lugar imprescindible para encarar otro de los aspectos vitales de la condición humana, su vocación a lo trascendental. Si uno de los camino al ineludible deseo humano de experiencias trascendentales está surcado por la poesía, la lectura literal, la lectura descriptiva y la lectura interpretativa de los poemas no solo debe verse como un deber de las instituciones educativas comprometidas con la formación integral, sino como un derecho de las personas para su plena realización.

 

Notas

1 

Algunas de las ideas que se exponen en este artículo son el resultado de las discusiones que se han gestado en el grupo de investigación Razones y Acciones de la Universidad del Quindío, en el marco del proyecto de investigación: Análisis de las implicaciones que las nociones de lo mental tienen en la concepción de lo moral, financiado por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad del Quindío. Sea este el medio para agradecerle a la Universidad del Quindío los espacios brindados para las discusiones académicas.

2 

Los piedracielistas es el nombre bajo el cual se reune a un grupo de poétas colombianos de finales de la tercera decada del siglo XX, entre ellos Jorge Rojas, Eduardo Carranza, Arturo Camacho Rodriguez. El movimiento fue fundado por Jorge Rojas y se dio a conocer con la públicación de los cuadernos de Piedra y cielo.

Referencias

Alvarado, H. (2014). Ajuste de cuentas, la poesía colombiana del siglo XX. Palma de Mallorca: Agatha.
García, G. (2002). Vivir para contarla. Bogotá: Norma.
García, M. (2006). Explorando el mundo. Madrid: Gadir.
Jitrik, N. (2001). Roberto Arlt o la fuerza de la escritura. Bogotá: Panamericana
Jitrik, N. (1987). Alturas de Macchu Picchu, una marcha piramidal de un discurso poético incesante. Buenos Aires: CEAL.
Jitrik, N. (Inédito). La esfera.
Jitrik, N. (inédito). Poema con secreto, hacia una crítica de poesía.
Neruda, P. (2010). Antología general. Lima: Asociación de academias de la lengua española.
Wittgenstein, L. (1994). Tractatus logico philosophicus. Barcelona: Altaya.
Wittgenstein, L. (1989). Conferencia de ética. Barcelona: Paidós.

 

Fecha de recibido: Enero 21 de 2014, Fecha de evaluación: Marzo 2014, Fecha de aceptación: Dic 04 de 2014

Conflicto de intereses : Los autores no declaran conflicto de intereses